Juanjo Braulio nos recomienda

‘Memorias de Adriano’ de Marguerite Yourcenar  o el espejo del alma humana

 

Publicada por entregas en la revista La Table Ronde en 1951 y, tras su buena acogida, en forma de libro ese mismo año, Memorias de Adriano es uno de mis libros imprescindibles. La obra pide más de una lectura porque, como les pasa a los grandes entre los grandes, a cada aproximación descubres algo que se te había pasado inadvertido. Y es que, todo en esta novela tiende hacia la excelencia, no solo porque es la obra maestra de una de las narradoras más importantes del siglo XX, la belga Marguerite Yourcenar, sino que los castellanohablantes podemos disfrutar de la traducción que hizo otro gigante de las letras: Julio Cortázar, y que está publicada por Edhasa.

Memorias de Adriano es una novela histórica, sin duda, ya que nos transporta a la vida del emperador romano que vivió entre los años 76 y 138 DC. Sin embargo, su calidad literaria y su profundidad filosófica le hace trascender los límites de un género en el que, con demasiada frecuencia, se prima el gusto por las grandes batallas épicas y el costumbrismo de época. Y ambas cosas han terminado por aburrirme. No obstante, en Memorias de Adriano, la recreación histórica es una herramienta más para contar otras cosas porque, tal y como dice el propio emperador al lector, se nos ofrece “un relato libre de ideas preconcebidas y principios abstractos extraídos de la experiencia de un solo hombre –yo mismo–. Ignoro las conclusiones a las que me arrastrará mi narración. Cuenco con este examen de hechos para definirme, quizá para juzgarme, o por lo menos para conocerme mejor antes de morir”. Y en ese afán por conocerse a sí mismo, nos transporta a una personalidad fascinante, compleja y contradictoria, como, en realidad, lo somos todos. Tal y como explica el propio Adriano "como suele suceder, lo que no fui es quizá lo que más ajustadamente me define: buen soldado pero en modo alguno hombre de guerra; aficionado al arte, pero no ese artista que Nerón creyó ser al morir; capaz de cometer crímenes, pero no abrumado por ellos…Yo ocupé sucesivamente todas las posiciones extremas, pero no me mantuve en ellas; la vida me hizo resbalar siempre"

La novela tiene forma de una carta que el Adriano, con los sesenta años ya cumplidos y acosado por los estragos de la enfermedad y la vejez, le envía a su “querido Marco”, es decir, al que será su sucesor, el emperador-filósofo Marco Aurelio quien, a su vez, ha sido adoptado por Antonino Pío, hijo adoptivo del propio Adriano. La obra se divide en seis partes encabezadas por los siguientes títulos: Animula Vagula Blandula, Varius Multiplex Multiformis, Tellus Stabilita, Saeculum Aureum, Discilina Augusta y Patientia y en ella Adriano reflexiona sobre la política, el arte, la amistad, el amor y la muerte. Yourcenar no sólo realiza una magnífica evocación de la vida de un hombre poderoso y su época, sino que hace también que el personaje se asome a la inmortalidad gracias al amor que profesó a su joven amante, el griego Antinoo quien, según dice el emperador: “me siguió en la vida como un animal o como un genio familiar. Aquel hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. [...] Sólo una vez fui amo absoluto; y lo fui de un solo ser". En el Adriano de Yourcenar, la única pasión similar a la que siente por Antinoo es la que siente por el poder: “Mi deseo de poder era semejante al del amor, que impide al amante comer, dormir, pensar, y aun amar, hasta que no se hayan cumplido ciertos ritos… necesitaba la seguridad de que iba a reinar para sentir de nuevo el placer de ser útil”.

En definitiva, Memorias de Adriano es uno de esos libros que permiten mirar de cerca toda la complejidad del alma humana a través de un personaje histórico fascinante enmarcado en una época aún más interesante, definida por el escritor Gustave Flaubert –cuya frase sirvió de motor creativo a la propia Yourcenar– de la siguiente manera: “Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón a Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre”

Por Juanjo Braulio, (Valencia 1972) escritor, autor entre otros de  El Silencio del pantano  y Sucios y malvados

Libros recomendados