Roberto Santiago nos recomienda

Leí la primera novela de Belén Gopegui, “La Escala de los mapas”, cuando estudiaba en la Escuela de Letras de Madrid. Sentí varias cosas en esa primera lectura: que aquello era un artefacto narrativo tan potente, tan original (sin pretender serlo), y con una mirada tan particular… que necesitaba volver a leerlo. El libro te atrapaba desde los primeros capítulos (¡qué primeros capítulos, por cierto!) y no te soltaba hasta la última línea. Era una bomba literaria desoladora, inquietante, que parecía escrita por una autora veterana, no por una primeriza. Tiempo después tuve la oportunidad de conocer a Belén en una presentación de su novela y el enamoramiento literario trascendió a lo personal: su inteligencia discreta, su melena completamente blanca a los treinta recién cumplidos, la humildad y contundencia de sus palabras, su honestidad, su compromiso con aquello que cuenta… todo resulta tan genuino en ella que caí rendido a sus pies. Como escritora, como ser humano, y como mujer.

 

He seguido leyendo sus novelas para adultos y también su producción infantil y juvenil, siempre entre el asombro y el desasosiego. Hay muy pocos autores tan coherentes y tan necesarios entre la frívola producción literaria actual. Leer a Belén siempre es un doble, o incluso un triple salto mortal. Por un lado, el aliento poético de su prosa es tan natural y sencillo que dan ganas de leer en voz alta sus libros. Por otro, los dilemas morales que plantean siempre sus historias son tan cercanos, que te revuelven y te hacen mirarte al espejo con una mezcla de temor y vergüenza. Y en tercer lugar, una y otra vez, su capacidad para construir voces narrativas genuinas, que te golpean, que te interpelan en lo más profundo, es única.Ahora acabo de leer su última novela, “Quédate conmigo este día y esta noche” y aún estoy en shock, ha vuelto a sorprenderme, a producirme envidia, admiración, estupor… y muchas otras cosas que me guardo, como por ejemplo el impulso de ponerme a revisar compulsivamente todos sus anteriores trabajos. Sería aventurado afirmar que es su mejor obra, ni lo sé ni me importa (los libros no compiten entre ellos como si fueran tenistas), pero lo que sí puedo decir sin riesgo a equivocarme es que se trata de una historia tan personal, tan singular y universal al mismo tiempo, tan llena de referencias cercanas, que nos concierne directamente a todos y cada uno de nosotros. Debería ser lectura obligatoria en los institutos, pocos libros hablan de la deshumanización del trabajo y de nuestras relaciones hoy en día con la desnudez y la cordura que lo hace Belén Gopegui. Bajo la excusa de una petición de empleo a una gran empresa (Google), hecha a dos voces, la novela nos lleva de la mano, y casi sin darnos cuenta, a un conflicto social, laboral y personal con un trasfondo de amargura y desolación y melancolía a la altura de las grandes historias de Coetzee o McEwan, por citar solo dos autores contemporáneos capaces de moverse con maestría entre la reivindicación social y la tristeza (razonablemente) optimista.

 

Pero lo mejor de esta novela no es nada de lo que acabo de decir. Lo mejor sin duda es la cantidad infinita de preguntas que este libro te lanza como lector. De manera permanente. Incisiva. Incómoda (en el mejor sentido de la palabra). Te agarra, te zarandea y te pregunta qué harías tú en una situación así, qué está ocurriendo en realidad, por quién tomarías partido, dónde podemos escondernos para huir de esta implacable apisonadora que es el futuro y la tecnología. Por supuesto, como solo las grandes historias saben hacer, no te da ninguna respuesta. Deja que sea el lector quien llene los huecos a su manera. Esa sabiduría, esa humildad (de nuevo) hace que la lectura de este libro sea una gran aventura que nadie debería perderse. Por favor, leed “Quédate conmigo este día y esta noche”.

 

Por Roberto Santiago. (Madrid) escritor, entre  otras de